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El poder de
participar

Ser mujer es una experiencia maravillosa, lo afirmo todos los días. Es tener el corazón abierto y la mirada puesta en los detalles que vuelven las cosas sencillas en extraordinarias. Las mujeres tenemos la capacidad de expresar lo que sentimos sin mayores temores, de llenarnos de fuerza con sólo ver la risa de nuestros hijos y sentir que el mundo nos pertenece en cada paso que damos. Pero, sobre todo, eso significa autoafirmarnos y participar activamente en los distintos ámbitos de nuestra vida.

El estudio del World Economic Forum, publicado en el último trimestre del 2016, sitúa a Nicaragua en el puesto número 10 de los mejores países del mundo en tener menor brecha de género. Los primeros puestos son ocupados principalmente por países nórdicos. El estudio destaca que Nicaragua tiene la mejor actuación en este ámbito en toda Latinoamérica y El Caribe.

El mismo informe destaca el hecho de que Nicaragua está en el puesto número cuatro a nivel mundial en lo que se refiere a menor brecha de género en empoderamiento político de la mujer, y menciona que actualmente esta brecha se ha cerrado en el país en más del cincuenta por ciento.

Sin embargo, todavía existen enormes diferencias en las oportunidades para mujeres. En Nicaragua, existen mujeres organizadas en grupos empresariales, religiosos, feministas, políticos, medioambientales, que hacen esfuerzos por incidir en la política pública del país y aunque estos espacios hacen un importante aporte, todavía son insuficientes por las siguientes razones:

  • En el imaginario colectivo de la sociedad nicaragüense prima una cultura machista en el que la mujer es vista en dependencia de las decisiones del hombre y sobre la cual el hombre ejerce poder real o simbólico, limitando así su capacidad de toma de decisiones e incidencia pública. Esto también se demuestra en la cantidad de femicidios en contra de mujeres. Sólo para ilustrar en 2016 se registraron 49 casos, según datos de organizaciones de mujeres”.

  • En lo que respecta a la participación política, si bien existen porcentajes de ley que definen la participación en cantidades iguales de la mujer con relación a los hombres en cargos de elección popular (50% hombres y 50% mujeres), no podemos afirmar que esta proporción sea aplicada de la misma manera en cargos públicos institucionales o en la empresa privada. Incluso, en los cargos de elección por voto popular, igual proporción de mujeres con relación a hombres, no garantiza igual nivel de incidencia de las mujeres en la toma de decisiones y en los temas relevantes del país.

  • Según datos del informe “La Mujer en la Gestión Empresarial” publicado por la OIT en 2015, en el sector empresarial nicaragüense solamente el 32.3% de las empresas que operan en el país tienen a una mujer en cargos directivos y únicamente el 22% de las mujeres son propietarias de empresas. En este último dato Nicaragua está mejor posicionado con relación a otros países de Latinoamérica; sin embargo, la presencia de mujeres en puestos de influencia empresarial todavía es muy limitada.

  • Se requiere mayor apoyo financiero, tanto de la banca privada como de microfinancieras a iniciativas de emprendimiento en todas las escalas desarrolladas por mujeres, promoviendo políticas de financiamiento que propicien el desarrollo y empoderamiento económico de la mujer. FUNIDES en su investigación titulada, “La Ruta al Crédito para las Mujeres” presentado en 2016, revela que sólo el 20% de las mujeres en Nicaragua tienen acceso a financiamiento formal.

A pesar de que la legislación establezca una reducción de la brecha de la participación política de la mujer, la realidad de desigualdad cotidiana de las mujeres nicaragüenses sigue planteando un gran desafío para toda la sociedad.

 

Este desafío inicia con la educación de calidad a temprana a edad que permita que las mujeres puedan insertarse con mejores herramientas en la vida productiva. Una mujer con independencia económica es una mujer que tiene la capacidad de tomar decisiones que influencien de manera positiva su vida y la de su familia.

Pero sobre todo cada una de nosotras debe ser un puente para cada mujer, una conexión y una voz que lleve el mensaje de la importancia de participar en otros espacios más allá de la familia y reconocer con orgullo que somos madres, pero también comunicadoras, empresarias, médicos, soñadoras, viajeras, investigadoras, trabajadoras independientes, amigas, confidentes, hermanas, artesanas, somos mujeres promotoras de cambio y debemos participar de la vida y sus espacios a plenitud.

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